Me temo que las personas a partir de una cierta edad (en mi caso, superados los cuarenta) corremos un serio riesgo de empezar a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Por ejemplo, solemos tener una idea romántica del colegio y el instituto donde estudiamos y lo ponemos en comparación con los problemas de los centros actuales. Supongo que es injusto, pero no puedo evitar pensar que muchas de las actividades que hacíamos en mi instituto en las que se implicaban profesores, padres y alumnos con ilusión y dedicación ya no se hacen. Recuerdo con especial cariño algunas jornadas enteras en las que hacíamos concursos gastronómicos al aire libre. Por ejemplo, cada curso hacía una paella enorme junto con sus tutores y varios de los padres y luego un jurado probaba todo y daba su veredicto: una especie de masterchef escolar divertidísimo. Lo interesante no era quién ganara (aunque el pique entre las clases existía, por supuesto, y todos queríamos hacerlo mejor que los demás), sino el día tan bueno que pasábamos todos juntos.
Actividades como esta me parecen esenciales para la convivencia.
Actividades como esta me parecen esenciales para la convivencia.
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