Tras una simulación de lo que es un consejo escolar, nuestro grupo ha optado por la siguiente definición de educación: es la transmisión de cultura, valores y conocimientos.
En nuestro centro ideal se inculcarían valores como la familia, la salud, los estudios y la amistad.
Pero quiero reflexionar un poco acerca de un aspecto que me parece esencial. Según la Guía de la Fundación SM (2010), los jóvenes tienes muy poco interés por la política; sin embargo, creo imprescindible que se les inculque unos valores políticos. No me refiero a condicionarles para que en el futuro opten por unos determinados partidos, sino educarles en el valor mismo de la democracia. Estamos en un momento especialmente delicado en el que muchas sociedades occidentales están perdiendo la fe en su modelo político. Ciertamente, la política no ha sabido solucionar muchos de los problemas sociales y económicos que ahogan a buena parte del pueblo. Esto ha llevado a un descrédito de la política tradicional y al auge de opciones populistas y xenófobas. En Europa estamos viendo como se alzan con el poder partidos extremistas con la promesa de cambiar las cosas. Pero sus ideas y su intolerancia nunca puede ser la vía para solucionar nada. Por eso, ahora más que nunca es importante enseñar a las futuras generaciones que la política es buena y necesaria, y que solo puede pasar por el diálogo y el entendimiento con aquellos que no piensan igual. La democracia no es solo votar cada cuatro años, sino que implica un modelo de respeto al otro. Esto es vital para la educación integral de los niños y jóvenes.
En nuestro centro ideal se inculcarían valores como la familia, la salud, los estudios y la amistad.
Pero quiero reflexionar un poco acerca de un aspecto que me parece esencial. Según la Guía de la Fundación SM (2010), los jóvenes tienes muy poco interés por la política; sin embargo, creo imprescindible que se les inculque unos valores políticos. No me refiero a condicionarles para que en el futuro opten por unos determinados partidos, sino educarles en el valor mismo de la democracia. Estamos en un momento especialmente delicado en el que muchas sociedades occidentales están perdiendo la fe en su modelo político. Ciertamente, la política no ha sabido solucionar muchos de los problemas sociales y económicos que ahogan a buena parte del pueblo. Esto ha llevado a un descrédito de la política tradicional y al auge de opciones populistas y xenófobas. En Europa estamos viendo como se alzan con el poder partidos extremistas con la promesa de cambiar las cosas. Pero sus ideas y su intolerancia nunca puede ser la vía para solucionar nada. Por eso, ahora más que nunca es importante enseñar a las futuras generaciones que la política es buena y necesaria, y que solo puede pasar por el diálogo y el entendimiento con aquellos que no piensan igual. La democracia no es solo votar cada cuatro años, sino que implica un modelo de respeto al otro. Esto es vital para la educación integral de los niños y jóvenes.
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